No, esta vez no voy a emplear epítetos manoseados como “visionario” o “profético”. No.
Si el valenciano Berlanga hizo esta película en el año 1993 es porque era público y notorio que la sociedad española fluía sobre un ruido de mierda y corrupción.
Es tal el realismo de esta película que, para mí, al verla hoy está más cerca del género del docudrama, es decir, “realidad filmada con actores” que a la ficción. Banqueros, políticos, curas, periodistas, el movimiento gay, las ONGS, los ecologistas, los sobres de los empresarios para conseguir contratos…