Recordemos a grandes rasgos la historia de Lady Diana Spencer. Su noviazgo y matrimonio con el príncipe Carlos de Inglaterra parecía la materialización de un cuento de hadas: una plebeya que se ganaba el corazón del heredero del Reino Unido. Pero en el corazón de él ya estaba desde antes otra mujer, "inadecuada" y con la cual prosiguió una relación que, a la larga, dinamitó su matrimonio y sumió a lady Diana, ya madre de dos hijos, en una espiral de relaciones con hombres a cual más "inconveniente". Cuando el último resultó ser un "playboy" egipcio, hijo del dueño de los almacenes Harrod´s, un oportuno "accidente" acabó con las vidas de la pareja, y tal vez del hijo que se dijo que Lady Di esperaba de su nuevo amante. Súmese la animadversión de la Reina para con su nuera y tenemos todos los ingredientes de una historia que, con otros actores en los principales personajes, está a punto de repetirse.
La protagonista es una arribista no menos atractiva que lady Di, divorciada de su primer marido, que había sido su profesor, y con una brillante trayectoria como periodista y presentadora de televisión. El príncipe de este cuento había tenido ya varias relaciones previas, en particular una con una modelo noruega (es evidente que el "landismo", con su deificación de las escandinavas, hizo estragos en el subconsciente nacional) por la que estuvo a punto de renunciar a la Corona, aunque al final o la ambición o el sentido del deber, elija el lector, le hicieron aceptar su destino. Se casó con la guapa presentadora (hasta ese momento "progre", abortista -y no solo en la teoría- y republicana) y tuvieron descendencia (dos hijas en este caso), pero el carácter irascible y caprichoso de la ex-periodista, excesivamente diva y brusca, fue minando la estabilidad del matrimonio.
Episodios sumamente escabrosos, y que son más carnaza para otro tipo de medios, hicieron traslucir lo que tenía la esposa de "trepa" y de intratable. El príncipe azul empezó a anhelar a su antigua novia, la Camilla Parker de esta historia, que pese a estar por entonces casada y ser madre de dos hijos, se reunió con él en diversos escenarios a espaldas de la legítima, incluida una cena en los Alpes Suizos en navidad.
La crisis del matrimonio y la reaparición de la modelo han movido a la Casa Real a diseñar los plazos para que el divorcio del heredero y su esposa se materialice, liberando al príncipe de una carga como ella, alguien que va por libre y de quien se dice que padece trastornos psicológicos graves (que la prensa afín a la monarquía se encargará de magnificar en las próximas semanas para preparar el terreno al anuncio del divorcio). El problema es que, como escribe Rafapal, ella -una periodista, que podría contar muchas intimidades de la familia real- es una "bomba de relojería". Y que el estallido controlado de ésta evitaría un descrédito aún mayor para la monarquía. ¿No fue lo que ocurrió con Lady Di?
A buen entendedor ...
Los cuentos de hadas nunca acababan así. Pero en el mundo real, esto es
lo que aguarda a las princesas que decepcionan a los poderosos.
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